New Left, La izquierda al servicio del imperialismo

 





Para entender de que se trata el concepto de New Left primero debemos entender a su creador Herbert Marcuse nació en Berlín, 19 de julio de 1898-Starnberg, 29 de julio de 1979) fue un filósofo y sociólogo germano-estadounidense. Es una de las principales figuras de la primera generación de la Escuela de Fráncfort.


Sirvió como soldado en la Primera Guerra Mundial y participó en la revolución alemana de noviembre de 1918.


Unos de sus proyectos más importantes que no prosperó debido a las diferencias de Marcuse con Heidegger, principalmente debidas a que este último mantuvo al principio una opinión positiva del nacionalsocialismo.


En 1934 se trasladó a los Estados Unidos y continuó trabajando en Nueva York, en la Universidad de Columbia, que había puesto a disposición una nueva sede para el Instituto de Investigación Social. Obtuvo la ciudadanía estadounidense en 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos de los Estados Unidos (US Office of Strategic Services), precursora de la CIA, analizando informes de estrategia sobre Alemania (1942, 1945, 1951).


En 1952 inició una carrera docente como filósofo político, primero en la Universidad de Columbia y en Harvard, luego en la Universidad Brandeis desde 1958 hasta 1965, cuando fue profesor de filosofía y política, y finalmente (ya jubilado), en la Universidad de California, San Diego. Trabajando como profesor en esta universidad participó activamente en los debates sociopolíticos de las décadas de 1950 y 1960, en los que alcanzó tal notoriedad que se llegó a hablar de «las 3M»: Marx, Mao y Marcuse. Fue amigo y colaborador del sociólogo e historiador Barrington Moore Jr. y del filósofo político Robert Paul Wolff. Con posterioridad a la guerra, fue el miembro más políticamente explícito e izquierdista de la Escuela de Fráncfort, debido a su dedicación a aplicar políticas de emancipación, como la liberación de la mujer o las ideologías juveniles a la primera Teoría Crítica. Empieza a ser consciente de las principales limitaciones prácticas de la primera escuela de Fráncfort, y de la necesidad de perfilar las tesis sobre cultura y sociedad, identificándose a sí mismo como marxista, socialista y hegeliano. Fue además un referente teórico para los movimientos juveniles de protesta, como el movimiento hippie.


Las críticas de Marcuse a la sociedad capitalista (especialmente en su síntesis de Marx y Freud, Eros y la civilización, publicado en 1955, y su libro El hombre unidimensional, publicado en 1964) resonaron con las preocupaciones del movimiento izquierdista estudiantil de la década de 1960. Debido a su apertura a hablar en las protestas estudiantiles, Marcuse pronto vino a ser conocido como «El padre de la Nueva Izquierda» (término que él rechazaba).


En este punto está la principal diferencia entre la forma de alienación que describe Marx y la que describe Marcuse. Mientras en Marx la alienación está focalizada en el ámbito de la producción material, donde al hombre se le arrebata el valor producido con su trabajo (y por tanto su condición humana), en Marcuse la alienación está enfocada en la conciencia misma del hombre moderno, y por tanto no hay forma alguna de escapar a la coacción.




Algunos que se autoidentificaron como "Nueva Izquierda" rechazaron la participación en el movimiento obrero y la teoría histórica marxista de la lucha de clases, aunque otros gravitaron sobre sus propias formas establecidas del marxismo, como el Nuevo Movimiento Comunista (inspirado en el maoísmo) y trotskismo




El historiador E. P. Thompson, en su célebre artículo «La Nueva Izquierda» (1959), caracterizó a la nueva corriente por su internacionalismo democrático centrado en las personas comunes —humanismo socialista— y por su activismo —fundamentalmente de tipo pacifista y antinuclear—, en oposición tanto al capitalismo como a la socialdemocracia y al comunismo soviético ortodoxos (la "Vieja Izquierda"). En el Reino Unido, la Nueva Izquierda experimentó gran auge entre 1956 y 1959, con órganos de expresión como The Reasoner (posteriormente The New Reasoner) y Universities and Left Review. Desde 1960 contará con la mítica revista New Left Review que, a partir de su nueva dirección desde 1962, marcaría el inicio de la segunda generación de la New Left y de su progresivo declive. Durante esta época (finales de los años 50), en Francia se adscribían a dicho movimiento el partido Unión de Izquierda Socialista o el semanario France Observateur.


Una de las formas para crear identitarismo en la izquierda es el núcleo de defensa a la democracia. el acento lo ponen en la “defensa de la democracia”. Pero ¿cuál democracia? Lo que levanta el mundo moderno capitalista, y en especial el discurso ideológico estadounidense, es una democracia consistente en el repetido rito de votar cada cierto tiempo, no más. Para hablar de “democracia” –uno de los términos más manoseados del vocabulario político


América Latina


La Nueva Izquierda en América Latina ha sido definida por Barrett, Chávez y Rodríguez-Garavito (2005) como el conjunto de partidos políticos, movimientos sociales radicales de base (como movimientos indígenas, movimientos estudiantiles, movilizaciones de trabajadores rurales sin tierra, organizaciones afrodescendientes y movimientos feministas), organizaciones guerrilleras y otras organizaciones (como sindicatos, ligas campesinas y organizaciones de derechos humanos) que compusieron la izquierda entre 1959 (con el inicio de la Revolución Cubana) y 1990 (con la caída del Muro de Berlín). ​ La relación entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos como una forma de neocolonialismo y el neoimperialismo fue un tema central para esta izquierda.


Dejando atrás la lucha de clase, el gobierno del proletariado, y los grandes pensadores y revolucionarios como Lenin “El capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer”, dijo certeramente el conductor de la Revolución Rusa, Vladímir Lenin. Reafirmando eso, Ernesto Guevara años después agregó: “La revolución no es una manzana que cae cuando está podrida. La tienes que hacer caer”


Nos quedamos con “guerra de cuarta generación” (guerra psicológica sin armas de fuego, pero más penetrante aún que las balas) y a las neuroarmas, arsenales que están al servicio del mantenimiento del statu quo. Armas que, dadas sus características, ni siquiera las percibimos como tales; o que, más aún, hasta pueden resultarnos placenteras, atractivas, pues desconocemos su verdadera agenda oculta, y tienen una forma de presentación “amable”.


Hoy nos hacen acariciar causas justas, pero, todas en su justa medida, cada quien pelea por su trozo de tierra, los negros con los negros, las feministas con las feministas, los sin tierras juntos con los sin tierras etc.


Aplaudimos cuando aparecen las revoluciones de colores  ¿Qué representan, en realidad, estos movimientos “pro democracia”? No son, en sentido estricto, movimientos populares, espontáneos, transformadores. Con las diferencias del caso, todos tienen líneas comunes. Las llamadas “revoluciones de colores” (revolución de las rosas en Georgia, revolución naranja en Ucrania, revolución de los tulipanes en Kirguistán, revolución blanca en Bielorrusia, revolución verde en Irán, revolución azafrán en Birmania, revolución de los jazmines en Túnez, así como los “movimientos de estudiantes democráticos antichavistas” en la República Bolivariana de Venezuela, o las “damas de blanco” en Cuba) son fuerzas aparentemente espontáneas, que tienen siempre como objeto principal oponerse a un gobierno o proyecto contrario a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos.


New Left fue creada por los norteamericanos, creando en las universidades ideologías vacías, sin proletarios y sin lucha de clase, donde a través de los grandes sociólogos y escritores fueron expandiéndose por el mundo, los latinos que estudiaban en Europa o Estados Unidos trajeron consigo la New Left a cada uno de sus países, y en su mayoría se convirtieron en líderes políticos, 


Hoy vemos que la New Left solo actuá por redes sociales y en las universidades, convirtiendo en su peor enemigo la Izquierda ideológica, que aún pelea por la lucha de clases y los proletarios del mundo.



Ale Kunz R

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